Hipnotismo y Sugestión prensa 1886-87

Tras la última publicación de Hippolyte Bernheim en Francia sobre la sugestión hipnótica, Abdón Sánchez Herrero, decidió experimentar en su clínica de Valladolid, sus propias experiencias con pacientes y dar conferencias experimentales en la Facultad de Medicina a sus alumnos. La sorpresa fue el gran interés que produjo y la asistencia de un gran numero de alumnos de otras disciplinas, abogados y periodistas, convirtiendo sus conferencias en algo verdaderamente sorprendente. Una mala interpretación del uso del hipnotismo en el ambiente universitario, provocó críticas de compañeros de la facultad y de miembros de la jerarquía eclesiástica que calificaron como inaceptables estas prácticas. Esta situación llegó a generar una amenaza de supresión temporal de su cátedra si no cesaba en su tentativa de seguir con ellas. Al final el apoyo incondicional de sus alumnos, restableció estas investigaciones, que acabaron definitivamente con la publicación en 1889 de la primera edición de su voluminosa obra sobre el Hipnotismo y la Sugestión, considerada todavía hoy en día, como uno de los principales referentes en esta materia, no solo en España.

Durante su etapa como catedrático en Valladolid dio conferencias en la Facultad de Medicina sobre sus experiencias con la sugestión hipnótica

Ante el gran interés que despertaron estas conferencias algunos medios como El Correo Castellano se hicieron eco de ellas solicitando publicarlas. Estas son algunas de ellas publicadas entre finales de 1886 y enero de 1887 y 1888

7ª Conferencia Un caso de Alalia (curación sordo-mudo) 1887

Valladolid, Octubre de 1887. Publicado en enero de 1888

SECCIÓN DOCTRINAL

CURACIÓN PSICOTERÁPICA DE UN CASO DE ALALIA por el Dr. D. Abdón Sánchez Herrero Catedrático de Clínica médica en la Universidad de Valladolid.

El Hipnotismo y la Sugestión, como todos los descubrimientos verdaderamente útiles, se van abriendo paso á través de todos los obstáculos y de todas las preocupaciones. Pero, la comprobación seria de sus admirables fenómenos, que debiera ser el palenque de discusión, y el estudio experimental, única piedra de toque para conocer la utilidad de sus aplicaciones, están reservados en este desgraciado país de los apasionamientos y de la palabrería estéril á unos cuantos trabajadores, de los cuales me considero el último en mérito, aunque no lo haya sido en comenzar el trabajo. En tanto, aparecen con frecuencia individuos que conocen de oídas y muy mal los problemas hipnóticosugestivos, y que guiados no sé por qué; afán de arbitraria contradicción, ó por cuáles bastardos intereses, pretenden resolverlos en la mesa del café ó en discursos hechos ante asociaciones no científicas, con unas cuantas vulgaridades y muchas reticencias de mal gusto.

Hablan de los peligros del Hipnotismo y la Sugestión, que ellos son los primeros en desconocer, y parece como que tienen empeño en hacer opinión contraiga á tan poderosos modificadores orgánicos y á las personas que los estudian y aplican.

Afortunadamente no bastan ya para hacer opinión discursos malévolos, insustanciales y apasionados, sean cualesquiera los labios qué los pronuncien. Al gran público, más sensato de lo que piensan ciertos mentores, se le convence con hechos tangibles y no con declamaciones virulentas; y por mi parte, si alguno de esos mentores me hubiese aludido ó aludiese en alguna de sus citadas exhibiciones, no he de entablar por ello polémica; porque sus reticencias no están ni con mucho á la altura de mi desprecio, sus vulgaridades se caen ellas solas y sus intenciones son demasiado transparentes y debidamente apreciadas para que haya necesidad de ponerlas en claro.

Mientras publico la segunda parte de mi libro sobre El Hipnotismo y la Sugestión dedicada a la Psicoterapia, y que contendrá más de cien observaciones (1) de enfermos gravísimos curados por el tratamiento hipnótico-sugestivo, me limito hoy a adelantar la observación siguiente, que espero, leerán con interés los suscritores del Correo Médico Castellano. Así accedo a la petición de original para el próximo número que me hace mi querido condiscípulo y amigo el Dr. López Alonso, y vuelvo por los fueros de la verdad que alguien trata de oscurecer con habladurías.

Manuel del Rey, casado, vecino de Salamanca en la calle de Toro número 63, del comercio de embutidos, de treinta años de edad, estatura atlética, moreno, temperamento nervioso, muy impresionable, buena inteligencia y regular instrucción; ha sido soldado de la escolta real. Se presentó en mi clínica el 9 de Octubre del presente año (1887), recomendado por su médico, mi amigo el Dr. Baz, y acompañado de su hermano Pablo, el cual por la mudez del enfermo, me suministró los siguientes datos:

En su familia hay un sordo-mudo de nacimiento y varios neurópatas (Histerismo); pero Manuel ha gozado siempre buena salud. Disgustos de familia y comerciales sufridos hace dos meses y medio, ó al menos á esta causa atribuye Pablo la enfermedad del paciente, fueron seguidos de tres ataques convulsivos, con pérdida completa del conocimiento, de algunas horas de duración. El intervalo entre estos ataques fue de ocho días. Desde el primero perdió el enfermo el uso de la palabra y sintió dificultad para deglutir los alimentos y bebidas, cuyos trastornos persisten en igual estado y son los que han motivado su venida a someterse al nuevo método terapéutico, después de haber agotado todos los medios aconsejados por los distinguidos doctores Baz, Sánchez Llevot y López Alonso que le han asistido.

Desde el primer reconocimiento pude apreciar un regular estado de la nutrición; pulso lleno y frecuentísimo (115 pulsaciones por minuto) con ligeras irregularidades en el ritmo y en la intensidad; ruido tenue de soplo en el sístole cardiaco y en la punta del corazón; respiración frecuente y anhelosa, sonoridad normal del toráx á la percusión, salvo ligera macidez en las bases de ambos pulmones y aumento de la zona de macidez correspondiente al corazón; ruidos respiratorios normales, menos en las bases en que aparecían disminuidos. El enfermo oía bien y escribía correctamente expresándose por este medio con toda regularidad. Todos sus esfuerzos para hablar eran inútiles, produciendo solamente sonidos guturales y nasales ininteligibles. Le invité á sacar la lengua fuera de la boca y abrió esta anchamente sin lograrlo; pegada al fondo de la cavidad bucal, aparecía gruesa y temblorosa. Deprimida, pude observar el velo del paladar péndulo y sin movimiento alguno a pesar de haberle excitado por repetidos contactos con un estilete. Los reflejos faríngeos estaban disminuidos y el enfermo acusaba por señas dificultad para tragar. En todos los demás órganos y funciones no mencionados, no había ningún síntoma por el momento; pero más tarde supe por el mismo enfermo que se fatigaba un tanto y tenía disnea al subir la escalera y al hacer cualquier ejercicio activo un poco prolongado.

Diagnóstico: Insuficiencia mitral poco acentuada: lesión anatómica por congestión repetida, ó hemorragia, del núcleo bulbar del Hipogloso, menos considerable en el del Glosofaríngeo y acaso en el del Espinal.

Tratamiento: Digitalina al interior, cuyos efectos fueron los deseados, normalizando la circulación y la respiración al cabo de algunos días. Prescindo de esta indicación por demasiado conocida y porque el indicado medicamento nada pudo influir en los resultados hipnótico-sugestivos obtenidos en el mismo día 9 de Octubre antes de su , administración, ni en los más notables del siguiente día 10, ni habrá nadie que con razón pueda asignarle un papel cualquiera en los definitivos.

9 de Octubre. 1ª Hipnotización. Sentado el enfermo en una butaca de alto respaldo, tembloroso de emoción, le invito a que fije su mirada en la mía y a no pensar más que en dormir. Al minuto y medio, sus ojos, después de un ligero pestañeo, se cierran, advirtiéndose una convulsión clónica fibrilar de los párpados. Levantándole un brazo y una pierna quedan rígidos. Examinada la sensibilidad al dolor por medio de una picadura de alfiler en el dorso de la mano derecha, no reacciona ni da señal de molestia. Hay por tanto Catalépsia y Analgesia.

Sugestión: “ Manuel: V. siente un calor considerable, sin ser penoso, en toda la boca y garganta por dentro, acompañado de un apretamiento muy grande en toda esta parte (poniéndole la mano en la anterior del cuello). Siente V. que su lengua adquiere fuerza, y que puede V. moverla en todos sentidos, como podrá sacarla de la boca cuando yo se lo mande. Al despertar habrá V. recobrado, el uso de la palabra y ahora mismo va V. a pronunciar su nombre. A ver cómo dice V.: Ma… nu… el.,” (El Hipnotizado repite Manuel, de una manera muy inteligible, si bien defectuosa, pues se distinguen mal. las letras paladiales n y l.) “No me conformo con eso; más claro: Manuel” El enfermo repite Manuel de un modo mucho más perfecto. Después le mandé descansar, y previa la repetición de la sugestión, le desperté al cuarto de hora por medio del mandato y un ligero soplo sobre la cara. No conservaba recuerdo alguno de lo sucedido. El enfermo, pues, se había hipnotizado en Sonambulismo. En seguida, empezó a hablar, aunque gangoso, de manera que todos los presentes le entendíamos muy bien. Dijo que sentía muy apretada la parte anterior del cuello y mucho calor en la boca y garganta; y que ya podía mover la lengua y tragar mejor la saliva. Invitado a sacar la lengua fuera de la boca, lo hizo, pero apareciendo el órgano tembloroso é inclinándose su punta hacia la derecha.

Estaba en presencia de un sujeto muy sugestible y le aseguré su pronta curación. Le recomendé que no hablara nada aquel día para no fatigar los músculos cuya contractilidad acaba de recobrar,, y se despidió, ya contento, pero en muy diferente estado del que adquirió por virtud de la siguiente sesión el 10 de Octubre.

2ª Hipnotización.— En la misma postura que el día anterior, y por el mismo procedimiento, se hipnotiza el enfermo en medio minuto. Sugestión: “Manuel: esto es hecho; ha recobrado V. la palabra de una manera perfecta. Su lengua de V. obedece á su voluntad,y aparece nuevamente la fuerza en ella y en toda la garganta. Traga usted bien.”(El sonámbulo hace movimientos de deglución.) “Ahora mismo va V. á decir muy claro: Diez de Octubre de mil ochocientos ochenta y siete. A ver” El enfermo repite claro y limpio: diez de octubre DE MIL OCHOCIENTOS OCHENTA Y SIETE

Perdóneme el lector un paréntesis dedicado al recuerdo de aquel momento, en que sentí el goce más inefable de mi vida. Oyendo hablar a mi mudo, una emoción indefinible, algo así como orgullo satisfecho, próximo tal vez al vértigo de la vanidad legítima, si tal pasión puede serlo, invadió todo mi ser, y en seguida sin quererlo me asaltaron en tropel ideas adquiridas en la cuna que me impulsaban por manera irresistible a llevar mi pensamiento, con la ofrenda de mi triunfo, al ara misteriosa donde posa sus pies lo Sobrenatural y lo Eterno. Un momento de recogimiento fue necesario para ese acto inanalizable del espíritu. Momento sublime de oración muda, para el cual no tiene mi alma expresión ni mi lenguaje palabras. ¡Qué chicos y qué despreciables me parecieron entonces los obstáculos que he vencido y todos los que salgan a mi paso en la lucha por el Hipnotismo y la Sugestión!

Perdone el lector Otra vez, y en pago, le deseo muchos placeres semejantes al sentido por mí en el día citado, y antes y después muchas veces, repito, aunque no con tanta intensidad. No había obtenido hasta entonces ningún éxito tan repentino, ni de tanta importancia, después me he ido acostumbrando a este género de sorpresas.

Sereno ya y repuesto, continué la sesión diciendo: “Manuel: ya ha oido V. cómo habla: así hablará V. ya siempre; ya no tiene usted paralizada la lengua; ya traga V. con completa facilidad; voy a despertarle , pero nada de asustarse al ver que despierto habla V. lo mismo que ha hablado dormido. Despierte V.

Renuncio a describir la escena que siguió a esta última sugestión. El sonámbulo despertó y empezó a hablar, contestando a nuestras preguntas con claridad completa. Al principio se quedó así como sobrecogido, fue un minuto; después, levantándose, lloraba y reía y me daba la mano y me abrazaba. Su hermano le hacía coro y yo, que ya estaba asaz predispuesto, hube de hacer un soberano esfuerzo para que la emoción que a todos nos embargaba, no pasara los límites de la alegría. Conseguí la calma del enfermo y ya no le puse restricciones al uso de su palabra.

Juzgo inútil seguir refiriendo con detalles las hipnotizaciones sucesivas hechas primero una al día y dos diarias del 5º al 7º. Lo que dictó esta conducta fue que al enfermo se le oscurecía algo la palabra pasadas ocho o diez horas de la sugestión, notándose un tanto de dificultad en la pronunciación de las letras paladiales. Todo fue desapareciendo rápidamente; y desde el 16 de Octubre, a los siete de su ingreso en mi clínica, la normalidad de la fonación fue completa y persistente. Algunas veces más hipnoticé al enfermo antes de regresar a su casa, más por darle gusto que porque, hubiera necesidad; y hoy 24 de Diciembre, según carta que tengo a la vista, no ha vuelto a sentir la menor molestia relacionada con su curado y penoso padecimiento.

Que los detractores del Hipnotismo citen curaciones de esta categoría, y entonces discutiremos sobre la superioridad de cada método terapéutico.

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(1) En todas consignaré el nombre y apellidos del enfermo y su domicilio, debidamente autorizado por cada uno, para que los detractores del Hipnotismo se entretengan, si gustan, en comprobar su exactitud.