Su amigo S. Ramón y Cajal

El año de 1873, Abdón Sánchez Herrero y Santiago Ramón y Cajal se presentaron a las oposiciones para la Sanidad Militar ganando ambos, los primeros números de las 32 plazas convocadas, Abdón con el número 2 y Santiago con el 6. Posteriormente fueron destinados a Barcelona y el 30 de abril de 1874 reciben órdenes de trasladarse a Cuba formando parte del ejército expedicionario con destino a dicha isla, ambos con el grado de capitán médico.

Cajal, en su libro “Recuerdos de mi vida – tomo I – Mi infancia y Juventud”, cuenta que:..»provisto de cartas de recomendación para el Capitán General y para otros personajes de la isla de Cuba,  y una vez recibida la paga de embarque, me traslade a Cádiz, desde donde debía zarpar el vapor “España” con rumbo a Puerto Rico y Cuba. Allí, en el puerto de Cádiz, nos juntamos varios compañeros, entre ellos Abdón Sánchez Herrero ( 1 ) a quien acompañaba su señora y Joaquín Vela, simpático paisano y casi  condiscípulo mío, pues había terminado la carrera un año antes que yo”.

 La travesía duró dieciocho días.

http://cvc.cervantes.es/ciencia/cajal/cajal_recuerdos/recuerdos/infancia_22.htm

Ya en Cuba, desde el 9 de junio de 1874 hasta el 5 de octubre de 1875, ostentó el cargo de visitador de los Fuertes de Puerto Príncipe (nombre con el que, por mucho tiempo, se denominó a la actual provincia y ciudad de Camagüey).

A mi antiguo discípulo Dr. Sánchez Herrero, en testimonio de afecto y como recuerdo a la buena amistad que me unió a su malogrado padre. S. Ramón y Cajal 1932

Copio aquí otro párrafo del referido libro de Cajal: Recuerdos de mi vida … “  “Días  después del reparto de plazas, zarpó el vapor que debía conducirnos a Nuevitas; en él nos embarcamos algunos médicos destinados al Departamento Central, con buen golpe de tropas de refresco para cubrir bajas. Un tren blindado nos trasladó en pocas horas desde Nuevitas, a través del manigual desierto, a la capital del Camagüey. Alojéme en la famosa fonda del “Caballo Blanco” donde se hospedaban también mis camaradas Joaquín Vela y Sánchez Herrero .https://cvc.cervantes.es/ciencia/cajal/cajal_recuerdos/recuerdos/infancia_23.htm

https://cvc.cervantes.es/ciencia/cajal/cajal_recuerdos/recuerdos/infancia_23.htm

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Cajal con sus amigos de la fonda «El Caballo Blanco» en Camagüey

D. Abdón Sánchez Herrero abandonó en Cuba la carrera militar y llegó, por su aplicación y talento, a Catedrático de Patología Médica de la Universidad de Valladolid. Después regentó esa misma cátedra en Madrid hasta su prematura muerte

1 de Recuerdos de mi vida S.R. Cajal

Desde el 7 de octubre de 1874 hasta el 10 de Noviembre de 1875 estuvo destinado en la enfermería regimentaría de San Miguel de Nuevitas, ciudad igualmente enclavada en la provincia de Camagüey.

Las condiciones de vida en aquellas latitudes eran muy penosas. Por ejemplo, en el aludido libro Recuerdos de mi vida”, dice Cajal lo siguiente: “En la enfermería de Vista Hermosa, en plena manigua, la zona más asolada y despoblada por la guerra, al cuidado de más de 200 enfermos, casi todos palúdicos o disentéricos, procedentes de la columna de operaciones en el Camagüey, pésimamente alimentado y con un trabajo superior a mis fuerzas, no obstante la gran resistencia física que tenía, fui bien pronto atacado de paludismo, experimentando los terribles accesos febriles y las exaltaciones delirantes características de la enfermedad fue agudizándoseme la fiebre y hubo necesidad de llevarme a ocupar una cama en el hospital de San Miguel. (en San Miguel de Nuevitas estaba destinado mi bisabuelo Abdón).

Al final, Santiago Ramón y Cajal, por agravarse en extremo su estado de salud, tuvo que ser evacuado a España (1876).

De todo lo expuesto se deduce que en esos años de campaña en Cuba, la vida de Abdón corrió paralela a la de Santiago Ramón y Cajal, como también, años más tarde, en la Universidad Central (1891-1904), ocupándose cada uno de su cátedra.

Orla de La Universidad Central 1898. En el centro como decano Letamendi, debajo Abdón Sánchez Herrero a su izquierda Julián Calleja y S. Ramón y Cajal

Orla de La Universidad Central 1898. En el centro como decano Letamendi, debajo Abdón Sánchez Herrero a su izquierda Julián Calleja y S. Ramón y Cajal

Detalle de la orla de La Universidad Central del curso 1901-02 donde aparecen Santiago Ramón y Cajal y Abdón Sánchez Herrero

En el año 1902 tiene lugar el Congreso Internacional de Medicina en Madrid

Detalle de la orla de Abdón como catedrático de Patología Médica y Clínicas
Orla de 1904, año de su prematura muerte

En su doble condición de antiguos amigos y compañeros como catedráticos en La Universidad Central, se me antoja como muy improbable el hecho de que Abdón S.H. y Santiago R.C. no hubieran tenido encuentros de debate sobre esta materia de la sugestión hipnótica.

Por un lado tenemos las tres ediciones del Hipnotismo y la Sugestión con autor y obra como referentes sobre esta materia en su época y a Santiago R. y C. reconocido por su trabajo sobre la neurona pero a la vez intrigado sobre el efecto de la sugestión hipnótica sobre el cerebro en general y sobre sus efectos analgésicos que pudo experimentar incluso con los últimos partos de su mujer.

El Hipnotismo y Cajal (Extraído de https://jralonso.es/2014/07/14/cajal-hipnotizador/ ) Ramón y Cajal alcanzó un buen prestigio como hipnotizador, con una notable influencia sobre la imaginación de sus pacientes y con un enorme éxito también en su uso como terapia, siguiendo la línea del grupo de Nancy: «llevando la sugestión al terreno terapéutico, conseguí realizar prodigios que envidiaría el más hábil de los taumaturgos», logrando la «transformación radical del estado emocional de los enfermos, la restauración del apetito en histeroepilépticas inapetentes y emaciadísimas, la cesión brusca de ataques de histerismo con pérdida del conocimiento, el olvido radical de acontecimientos dolorosos y atormentadores y la abolición completa de los dolores del parto en mujeres normales». Algunas de esas sugestiones se mantenían un tiempo: «Sujeto hubo que ajustó estrictamente su vida, durante una semana, a un programa especial lleno de acciones extravagantes e ilógicas, sugerido durante el estado somnambúlico».

Pero fue tal el éxito que empezó a suponer un problema para el propio Cajal:

La fama de ciertas curas milagrosas recaídas en histéricas y neurasténicos divulgóse rápidamente por la ciudad. A mi consulta acudían enjambres de desequilibrados y hasta de locos de atar. Ocasión propicia hubiera sido aquélla para crearme pingüe clientela, si mi carácter y mis gustos lo hubieran consentido. Pero, satisfecha mi curiosidad, licencié a mis enfermos, a quienes, naturalmente, no solía pasar la nota de mis honorarios: harto pagado quedaba con que se prestaran dócilmente a mis experimentos.

SILVERIA

Cajal, viendo las posibilidades que tenía el hipnotismo para generar analgesia, para suprimir la sensación dolorosa decidió probarlo en su propia esposa, Silveira Fañanás, que sufría partos extremadamente largos y dolorosos. Cajal está ya en la siguiente etapa de su periplo académico, la cátedra de Barcelona, y decide ver si el hipnotismo ayuda a doña Silveria que se encuentra en su sexto embarazo. Cajal aclara que su mujer tiene buena constitución física, que ha tenido cinco hijos y que ha participado anteriormente en pruebas de hipnotismo. Por ese motivo sabe que responde con facilidad a las sugestiones hipnóticas, que experimenta catalepsia y anestesia en un estado sonambúlico perfecto y que no recuerda posteriormente lo experimentado durante el sueño. Don Santiago induce en doña Silveria un trance hipnótico diez días antes del parto e intenta implantar en la mente de su esposa que el parto será corto y que «tendrá Vd. conciencia de los dolores más enérgicos que producen la dilatación de la matriz y la expulsión del feto; pero su levedad será tal, que no podrá diferenciarlos de los más ligeros, llamados moscas o preparantes». Es una estrategia prudente no llegar a una analgesia total que quizá pensaría Cajal podría dificultar la colaboración de su esposa en el parto. Llegado el momento del inicio del alumbramiento, la paciente empezó a sentir contracciones pero siguió con sus actividades domésticas. Cuando aparecieron las contracciones de dilatación que se hicieron enérgicas con rapidez, tuvo que abandonar sus quehaceres cotidianos “pero no por lo dolores que según su confesión apenas eran percibidos” sino por la dificultad en la respiración y la aceleración del pulso que iban unidas al esfuerzo muscular. El resultado fue el nacimiento de un bebé en menos de media hora, la señora de Cajal estaba asombrada de que todo hubiese sucedido tan rápido y se trasladó por sí sola a la cama comentando con enorme alegría a los asistentes que no se podía creer que no hubiera sufrido apenas dolor.

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Cajal publicó los positivos resultados de esta experiencia en la Gaceta Médica Catalana y en ese artículo aclara que el parto fue breve y el dolor mucho menor de lo habitual tras el tratamiento hipnótico realizado. Del acortamiento del parto, por prudencia de buen científico no llega a atribuirlo con claridad a la hipnosis y nos dice «..es posible que los músculos de la vida orgánica pueden acrecentar sus contracciones bajo el estímulo de la sugestión hipnótica, pero se precisan varios casos concordantes para establecer entre ambos fenómenos una relación etiológica». Sobre la disminución de dolor sí es más contundente en su relación con el fenómeno sugestivo, Silveria Fañanás no experimentó los dolores que preceden al parto ni los que se producen en el alumbramiento. En los momentos de máximo dolor como cuando la cabeza del niño abre el cuello del útero decía notarlo pero muy levemente. Aunque somnolienta en el momento del parto, era consciente de las contracciones de la matriz, en forma de sensación táctil, contracción mecánica e impresión de fatiga, pero no como dolor. Cajal intenta dar una explicación fisiológica a lo acontecido:  «…habíendose paralizado los nervios del dolor, quedan incólumes los que conducen al sensorio las excitaciones táctiles y el estado de la contracción muscular». Este pequeño trabajo debía ser de su aprecio pues cuando en 1924 prepara una recopilación de los trabajos más relevantes de su carrera científica para su edición conjunta lo incluye en la selección. Los dos últimos hijos de Cajal, Luis y Pilar, nacieron tras la hipnosis de la madre.

Tras aquellos años en que exploró el hipnotismo, Cajal experimentó, como conclusión, dos sentimientos, sorpresa que él denomina estupor y un sentimiento ambivalente sobre el poder de la sugestión que él denomina decepción.

Estupor, al reconocer la realidad de fenómenos de automatismo cerebral, estimados hasta entonces como farsas y trampantojos de magnetizadores de circo.

Decepción dolorosa, al considerar que el tan decantado cerebro humano, «la obra maestra de la creación», adolece del enorme defecto de la sugestibilidad; defecto en cuya virtud, hasta la más excelsa inteligencia puede, en ocasiones, convertirse por ministerio de hábiles sugestionadores, conscientes o inconscientes (oradores, políticos, guerreros, apóstoles, etc.), en humilde y pasivo instrumento de delirios, ambiciones o codicias.

minas

En 1936, el Instituto de Higiene Alfonso XIII del que Cajal había sido director fue destruido en el asalto a la Ciudad Universitaria por parte del ejército franquista y allí se perdió el manuscrito de una obra inédita de Cajal, terminada unos meses antes de su fallecimiento y que estaba a punto de publicarse. El libro se titulaba La omnipotencia de la sugestión: Hipnotismo, Espiritismo y Metempsicosis. Cajal incluía también, quizá por cierta influencia freudiana aunque no era un autor por el que tuviera gran estima,  la síntesis,  análisis y posible significación de miles de sueños cuidadosamente registrados. Este manuscrito terminó siendo una víctima más, intelectual en este caso, de ese conflicto desgarrador del siglo XX, la Guerra Civil española.